A ver, yo me arreglo, me peino (aunque, ejem, a veces no no lo parezca), me maquillo etc etc. Pero no me engaño a mí misma. Sé que no lo hago para sentirme bien. No lo hago por decisión propia libremente tomada.
Lo hago porque la montaña de inseguridades en cuanto a nuestra apariencia que llevamos encima me impide salir de casa sin estar al menos aceptable, si no atractiva.
No es empoderante. Es sumisión. Por mucho poder que sientas que tienes cuando estás guapa.