Al protagonista del relato le diagnosticaron desamor crónico. Si no enfermedad como tal, sí dolencia contagiosa, pues en la sala de espera el aire se volvía tan denso que respirar resultaba pesado.
Según un estudio reciente, 90 de cada 100 enamorados abandonaron por el camino y los 10 restantes siguieron a ciegas. Resultado desalentador pero qué esperaban, si el amor es de letras.
La ciencia no espera milagros, tampoco nuestro protagonista que, de camino a casa, repetía a conciencia las palabras del doctor. Evitar las figuras geométricas del descontrol, esto es, espiral desoladora y círculo vicioso. Amor propio cada 8 horas y un poemario, si mejoría. Cuenta en Twitter, bórrala y crea una en Mastodon. No resolverán pero escucharán, la salud mental es lo primero.
El corazón es un órgano vital que puede dejar de funcionar sin que apenas nadie lo note. Tanto así que ni rastro de esta receta médica pero, casualmente, en la farmacia entenderán porque el tiempo ni se compra ni se vende.